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Histórico 8M en Paraguay

Mujeres indígenas encabezaron la marcha

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Fátima Rodríguez

Pehendu, pehendu

Roguatama rojuvo

Pehendu, pehendu

Rogueruma ore ayvu

Pehendu, pehendu

Ropu´ama Kuña

Pehendu, pehendu

 

Escuchen, escuchen

caminando venimos,

escuchen, escuchen

traemos nuestras voces

Escuchen, escuchen

Ya nos levantamos las mujeres

Escuchen, escuchen

 

Esto cantaron las mujeres en cuyos tobillos llevaban cascabeles hechos con tapitas de botellas de cerveza, hilo y pedazos de tela, que marcaban el ritmo al marchar. “En diferentes culturas, los pueblos originarios han usado y usan las sonajas en los tobillos y en las muñecas en sus rituales y los hacen sonar durante sus danzas como símbolos de protección, para alejar los malos espíritus. Nosotras, las mujeres, las hacemos sonar para alejar el odio, la intolerancia, la discriminación y el despojo que son los malos espíritus que nos están matando”, dijo Victoria Peralta, una de las que trabajó para concretar la acción simbólica que surgió de la plataforma Mujeres Libres de Violencia de Paraguay.

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“Hacemos sonar los cascabeles para que escuchen nuestros pasos, estamos viniendo, estamos caminando, estamos pisando fuerte y no vamos a retroceder”, explicó, mientras agujereaba las tapitas y enseñaba a hacer las tobilleras en la Plaza O’Leary, al costado de la Plaza de la Democracia, de dónde partiría la marcha del #8M.

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La primera estrofa del manifiesto que fue leído al final también refería a las mujeres indígenas: “Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos convocamos para reivindicar la lucha por el trabajo y la vida digna de las mujeres en Paraguay. Estamos agradecidas por la resiliencia de nuestras ancestras y unidas por un futuro feminista para las generaciones que nos siguen. Hablamos hoy por Francisca, Gumercinda, Carolina, María Dolores y todas las mujeres asesinadas, nosotras las trabajadoras, campesinas, indígenas, afrodescendientes, lesbianas, transexuales, que sentimos sobre nuestros cuerpos las múltiples desigualdades de este sistema capitalista, colonial y patriarcal”.

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Francisca era una niña de 11 años que fue encontrada muerta adentro de una mochila, en la terminal de ómnibus de Asunción. Gumercinda era una mujer de la comunidad Vy´apave, al norte de Paraguay y también fue encontrada muerta. Las autoridades dijeron que fue un suicidio, pero su familia no lo creyó. Carolina era una vendedora de artesanía que fue encontrada muerta en una plaza de Asunción. Todas ellas indígenas víctimas de violencia en Paraguay.

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Aunque a nivel internacional el tema central fue el trabajo de las mujeres, la violencia contra las mujeres y niñas indígenas marcó al 8M en Paraguay. Una fila de mujeres indígenas encabezó la marcha por primera vez. Bernarda Pesoa, Ninfa Coronel, Soledad Servín, Emilce Caballero, Nidia Eliza Pesoa, Gelga Guainer, Tina Alvarenga y Paulina Villanueva estuvieron en la primera fila. La multitudinaria acción que empezó en la Plaza de la Democracia del microcentro de Asunción terminó con la lectura del manifiesto en la costanera de la ciudad.

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“Hoy no es un día cualquiera, hoy es un día especial para toda mujer. Como paraguayas e indígenas exigimos no más violencia, no más muertes, no nos maten más”, dijo Soledad Servín, del Pueblo Qom, una de las que encabezaba la marcha. “Seguimos luchando por los derechos, porque ningún derecho nos han dado gratis, son parte de la lucha de todas y en este sentido este 8 de marzo las mujeres indígenas necesitamos y queremos ser visibles. Estar aquí me hace sentir la lucha de tantas mujeres en el mundo, la lucha histórica y sobre todo de las trabajadoras, mujeres del sector popular en el día a día y también en la lucha por los derechos”, expresó Tina Alvarenga, del Pueblo Guaraní Occidental, integrante de la Articulación Mujeres Indígenas de Paraguay (MIPY).

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“Como mujeres indígenas estamos marchando para pedir justicia por los tantos asesinatos que se han cometido en la humanidad de niñas y mujeres indígenas. Exigimos más respeto, exigimos la igualdad, exigimos la participación y exigimos la justicia”; dijo Bernarda Pesoa, lideresa de la Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígena (CONAMURI).

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“Nuestros derechos están sumamente saboteados, están siendo pisoteados por el Estado mismo. Ya no tenemos ningún tipo de garantías para crecer como sociedad o pueblo indígena”, fueron las palabras de Gelga Guainer; ella es del Pueblo Guaraní Occidental y es estudiante universitaria.

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Bernarda, Ninfa, Soledad, Emilse y Nilda Eliza son del Pueblo Qom e integrantes de la organización CONAMURI. Paulina, Gelga y Tina son de la organización MIPY, que trabaja fuertemente en el liderazgo e incidencia de las mujeres desde hace más de cinco años de manera silenciosa.

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En segunda fila, otro grupo de mujeres de los pueblos Mbya y Avá Guaraní sostenían un cartel que decía: “Basta de violencia contra las mujeres indígenas-Amucap-C”. Amucap Caaguazú es una organización regional del quinto departamento de Paraguay en la que mujeres campesinas e indígenas de esa zona del país se forman, producen agroecológicamente y se movilizan. La histórica lideresa campesina Maggiorina, “Magui” Balbuena, también fundadora de CONAMURI en el año 1999, pone sus fuerzas ahora en la construcción de AMUCAP-C.

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En el escenario, las mujeres indígenas cantaron e hicieron su mística; este año ellas fueron las protagonistas del 8M y la convocatoria fue multitudinaria, como nunca antes. ¡Cada vez más mujeres!

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