Angela Davis en Uruguay - Silvina Font
El foco en la lucha antirrasista
Darle visibilidad al racismo estructural que infecta a las sociedades y lograr el protagonismo de la comunidad afrodescendiente fueron los mayores aportes del paso de Angela Davis por Uruguay.

La llegada de este ícono de la lucha feminista antirracista marcó la agenda pública de Montevideo. Más de 6 mil personas escucharon a Angela Davis desde el escenario montado simbólicamente en la explanada de la Universidad de la República luego de que recibiera el doctorado Honoris Causa. El día anterior había agotado las entradas para su conferencia en el Teatro Solís[1], donde fue declarada Visitante Ilustre. “Sin racismo, mejor democracia” fue la consigna sus dos oratorias abiertas al público.
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La filósofa estadounidense llegó a Uruguay gracias a un grupo de organizaciones civiles (Mizangas, Mujeres en el horno, Ovejas Negras y +Vhidas, reunidas en el proyecto “Horizonte de Libertades”) y al Ministerio de Desarrollo Social, que la invitó para la presentación oficial del Plan Nacional de Equidad Racial y Afrodescendencia 2019-2021 y el lanzamiento del Consejo Nacional de Equidad Étnico Racial y Afrodescendencia. En los días que estuvo en el país se reunió con organizaciones sociales, colectivos de mujeres latinoamericanas afrodescendientes, y sectores políticos del partido oficialista, entre otros.
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Esa semana, la protagonista fue la comunidad afrodescendiente. Una presencia de la talla de Angela Davis permitió una gran visibilización de esta población, históricamente ausente en la narrativa de Uruguay como nación blanca. Su discurso, sin embargo, tuvo un fuerte tono oficialista. La activista aplaudió sin filtros al partido de gobierno, el Frente Amplio, y su visita sirvió como excusa para dar validez a una izquierda fuertemente partidaria, estatista e institucional. El alcance de sus palabras potenció la voz de las mujeres afrodescendientes en el país, pero su paso por Uruguay dejó más expectativas que certezas. ¿A quién se dirigía cuando hablaba al público? ¿A sus compañeras feministas o a un gobierno que buscaba legitimidad?
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Por la democracia y contra el racismo estructural
Las ponencias de Angela Davis fueron alentadoras. Destacaron el rol de las luchas sociales y la importancia de cuidar la democracia ante el contexto de avanzada fascista y fundamentalista: “Me voy de Uruguay habiendo aprendido mucho más que lo que yo podría enseñarles”, expresó ante un Teatro Solís repleto. “Uruguay definitivamente no es un país chiquito. Quizá su población no sea numerosa, pero se ha convertido en una de las visiones más prodigiosas de la democracia del futuro”.
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Tocó varios temas, pero hizo especial hincapié en la defensa de la democracia y la necesidad de luchar contra el racismo estructural: “La mayoría de los países blancos no llegaron a desplegar su pleno potencial democrático. Promueven un discurso de libertad y justicia, pero los derechos y la libertad se ven limitados por la raza, el género y la clase social”. Y se preguntó: “¿Qué quiere decir que países como Estados Unidos, Canadá o Francia sean democráticos cuando la mayoría de las personas negras se mantienen aún en la periferia de esta democracia? Eso no es democracia”.
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Frente a la Universidad de la República, ubicó las raíces del racismo en la esclavitud y explicó cómo opera la institucionalización del racismo en la política como en la economía, la cultura, la ideología y la sociedad en general. La educación, la Policía, el sistema de salud, el empleo, la vivienda: todas estas instituciones marcan estructuras racistas. “No basta con decir ‘terminemos con el racismo’ y esperar que todas las estructuras de opresión caigan”, hay que modificar las bases de las instituciones. “Un enfoque interseccional a la lucha contra el racismo implica entender que el racismo siempre estuvo ligado al capitalismo, que siempre se ha beneficiado y continúa beneficiándose del racismo. El capitalismo es capitalismo racial. Tampoco podemos considerar el racismo sin considerar al patriarcado, el heterosexismo, la transfobia y el capacitismo”, dijo entre aplausos.
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Dedicó también un espacio de reflexión sobre el sistema carcelario porque allí están “las mayores fallas de la democracia” y allí, entonces, el racismo se percibe de forma totalmente explícita. “Si se quiere saber a quién excluye una sociedad, a quién se le niegan derechos y libertades, basta con mirar la población carcelaria. El racismo ha sido el gran impulsor, en la era del capitalismo global, del desarrollo del complejo carcelario industrial”.
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Destacó también las luchas de los pueblos originarios en América Latina y afirmó que no se pueden desvincular de la de la población negra: son historias “unidas por un espíritu de libertad irreductible”. En esta línea, criticó fuertemente la colonización europea en América Latina y se pronunció contra la intervención estadounidense y con especial repudio, contra la promoción del golpe de Estado en Venezuela.
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La agenda de Angela Davis estuvo repleta de reuniones cerradas. La única que incluyó al movimiento feminista fue una presentación con colectivos de mujeres afrodescendientes de América del Sur. Aquí, el punto más fuerte de su intervención fue la reflexión al respecto de la dominación estadounidense sobre América Latina. “Siempre se asume que Estados Unidos sabe más, incluyendo a las poblaciones oprimidas del país. Es por esto que el feminismo negro que es conocido mundialmente es el que está localizado en Estados Unidos”, lamentó. “Ustedes tienen acceso a nuestro feminismo, pero nosotras tenemos poco acceso al suyo. Eso empobrece al movimiento, porque deberíamos generar la misma solidaridad que ustedes están generando aquí”: un feminismo que cruza las fronteras nacionales, se empodera y consolida su unidad. “Esa es una de las fortalezas principales del feminismo negro: aprendimos a proveer un liderazgo colectivo y no dependemos de las formas masculinas individualistas de liderazgo”.
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La lucha ecologista estuvo presente en sus enfoques. En el Solís recordó que, mientras ella hablaba, a tan solo unas cuadras se manifestaba por el Día Internacional del Agua. “Si no logramos conservar el mundo, entonces todas nuestras victorias contra el racismo y el heterocapitalismo serían en vano. También vamos a tener que reconocer, mundialmente, la violencia que ejercemos contra los animales”.

Palestina libre
Aunque no fue la razón de su visita, su paso por Uruguay coincidió con la semana internacional contra el apartheid israelí. Dedicó varios minutos a hablar del tema, que ella misma planteó como esencial en la lucha contemporánea contra el racismo. Mencionó al boicot internacional académico y cultural contra Israel como una forma de lucha pacífica que busca defender los derechos humanos de las personas palestinas, y destacó especialmente al movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), que se centra “en las instituciones, no en las personas”.
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Relató su propia experiencia en Cisjordania, donde vio los carteles oficiales que prohíben la circulación de personas palestinas en algunas calles: “La segregación que vi allí me pareció incluso peor que el racismo que conocí cuando crecí en Birmingham, Alabama. Había soldados israelíes armados con rifles de asalto, asignados para proteger a algunos pocos colonos israelíes que viven de forma ilegal en el corazón de la mayor ciudad palestina en Cisjordania”. También describió los muros, los puntos de control militares, los bloques de cemento, el alambre de púas, la violencia de Estado, la militarización extrema, la policía racista. “Pero todo eso es insignificante comparado con Gaza, donde dos millones de palestinos y palestinas están bajo sitio permanente en lo que se conoce como la cárcel al aire libre más grande del mundo”.
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Criticó los vínculos de Israel con su país: “Si queremos hacerle frente al gobierno de Trump también tenemos que hacer frente a sus mayores aliados. ¡Por eso decimos NO a Bolsonaro en Brasil, NO a Netanyahu en Israel y NO a la intervención de Estados Unidos en Venezuela!”.
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Relacionándolo con esta violencia, Davis reflexionó sobre el contexto uruguayo, inserto en un año electoral en el que también se impulsa, a través de un plebiscito, una reforma constitucional que, entre otras cuestiones, propone la cadena perpetua, los allanamientos nocturnos y una guardia militar para atacar los problemas de inseguridad pública. Al respecto, Davis fue clara: “Sé que no se van a rendir ante aquellos que intentan convencerles de que la única forma de aplacar sus miedos es militarizar la policía en Uruguay. Ustedes saben, basándose en su experiencia tras la dictadura, que la militarización de la policía solo va a producir más racismo, más represión y más miedo. Así que confío en que van a pasar por este período electoral con sus ojos bien abiertos. Y que siempre van a tener en mente que, si quieren mejorar la democracia, tienen que trabajar mucho para minimizar la peligrosa presencia del racismo en su sociedad”.
“Cuando las personas más oprimidas empiezan a levantarse, cuando las mujeres negras empiezan a levantarse, el mundo se subleva con nosotras”.