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Las mujeres artistas y el doble reto de sobrevivir al coronavirus

 

 

 

Eliana Ayala / Adriana Closs

Paraguay, como en otros países de América Latina, aún está lejos de contar con políticas de protección social para quienes trabajan en el arte y la cultura –uno de los sectores más golpeados por la pandemia–, pero también para la población en general. El escenario se torna mucho más complicado para las mujeres del arte, a cuyas tareas se les suma la sobrecarga de los cuidados. En este contexto de crisis, a diario echan a andar su creatividad para afrontar el doble desafío de asegurar sus medios de vida y continuar haciendo arte.

Durante esta cuarentena, el llamado a reinventarse en las redes sociales ha sido reiterado. ¿No podés salir a trabajar? Reinventate. ¿No tenés seguro de desempleo? Reinventate. Y ellas, las mujeres artistas, acostumbradas a reinventarse desde siempre, siguen haciéndolo día a día, con talento y solidaridad. Así lo cuenta Fátima Fátima Fernández, actriz, productora de teatro y coach actoral en cine: “Cuando alguien transmite su obra por Facebook nosotras la vemos, nos damos aliento. Cuesta inspirarse, cuesta crear en medio de esta realidad, pero vamos creando, y vamos viviendo el día a día”.

El 15 de junio se inició en Paraguay la fase tres de la denominada “cuarentena inteligente”, una estrategia de desescalada que, etapa tras etapa, ha habilitado la reactivación de diferentes sectores económicos para mantener el covid-19 bajo control, con resultados positivos. El último mes no hubo fallecimientos y hubo menos de 1.200 casos totales desde el primer contagio confirmado en marzo pasado. En esta fase reabren restaurantes, gimnasios, algunas facultades e incluso se permite la inauguración de un autocine. La única condición es apegarse al protocolo de higiene y distancia física, ya implementado con éxito en fases anteriores en supermercados, centros comerciales, instituciones públicas y edificios corporativos. Mientras tanto, miles de artistas que vivían de actuar en una obra, presentarse en un bar, dar un concierto u ofrecer una serenata siguen intentando sobrevivir, sin saber cuándo podrán volver a trabajar.

Durante la cuarentena obligatoria Fátima suspendió el estreno de dos obras en las que trabajaba. Además, dejó de impartir sus clases de actuación. “Cuando me pongo a contabilizar todos los trabajos que fueron suspendidos llego a la conclusión de que todo mi año paró. Estoy sin ingresos, no hay ningún subsidio para los actores y estoy sobreviviendo gracias al calor humano y mis círculos de amigos que me contienen en todos los aspectos”. A Fátima también le preocupa que la pandemia destruya uno de sus proyectos más queridos: NHI-MU, un grupo de teatro aéreo que fundó con compañeras y que posee un espacio cultural autogestionado. “La situación económica para sostener el espacio cultural ya es dura de por sí. Con la crisis sanitaria no sabemos cuánto más vamos a poder sostener el lugar en el que estamos hace 15 años”.

Para la bailarina Paola Ferraro estar más de 90 días en cuarentena no es nada fácil. Tuvo que desacelerar un proyecto sobre la salud mental, con enorme significado para ella. Además, se suspendieron dos proyectos en los que estaba trabajando de manera grupal, con fecha de estreno para este mes. Una de las iniciativas involucra a compañeras y compañeros de la danza, el teatro y la música del entorno local. La otra propuesta consistía en una residencia artística con bailarinas y bailarines de Brasil, Argentina y Colombia, que debían venir a Paraguay para retomar un trabajo escénico que vienen desarrollando desde 2017. “Es una obra llamada Translocadas, nació en Brasil. La seguimos trabajando a la distancia. Es una obra a la cual le tenemos cariño, justamente porque aborda discusiones sobre el género e intenta problematizar los imaginarios nacionalistas y sus improntas sobre el cuerpo de mujeres latinoamericanas”.

Mientras hace lo posible por avanzar con sus proyectos, los recursos se van agotando. Su situación es representativa de la mayoría de artistas que, hasta el momento, obtuvieron una respuesta insuficiente por parte de las autoridades. Como estrategia de apoyo durante la cuarentena, la Secretaría Nacional de Cultura adelantó el lanzamiento de fondos concursables y desarrolló un concurso de creación artística virtual, además de promover conciertos en streaming. Todas estas acciones permitieron apoyar a menos de 300 artistas de diferentes disciplinas, en su mayoría jóvenes y con acceso y manejo de internet. Para los de mayor vulnerabilidad distribuyó kits de alimentos, en coordinación con las asociaciones de artistas.

A María Ríos la pandemia le interrumpió los conciertos de presentación de su disco: Cantando al sol. “Estuve realizando shows en vivo a través de las redes sociales, pidiendo colaboración para mantenerme y mantener a mi hija”, nos cuenta, y remata con lo difícil que es ser madre, jefa de hogar y artista. “Todavía persiste la noción romántica de la artista como alguien excéntrica, mística, que no tiene más responsabilidades que la de crear”. María forma parte de un grupo numeroso de mujeres artistas que no pueden dedicarse a ser creativas a tiempo completo porque deben compatibilizar su arte con los quehaceres domésticos y las tareas de cuidado de los hijos e hijas o de un familiar enfermo. María ama cantar y se las ingenia como puede. “Tarda en darse la creatividad, pero siempre aparece la inspiración donde una menos lo espera. Ahora, la calidad del trabajo quizás no sea lo que podría ser si estuviera libre de todas las responsabilidades que muchas veces asumo por el hecho de ser mujer y madre”.

Para Paola la jornada diaria de las mujeres artistas es extremadamente agotadora. En este contexto, el ejercicio creativo solo puede sostenerse cuando se comparten las responsabilidades y en general “se comparten entre compañeras”. Cuidar a los y las hijas mientras la madre ensaya o tiene una presentación conforman una ayuda importante. Y así como la corresponsabilidad de las tareas de cuidado es un desafío a nivel personal, de pareja, familiar, de la comunidad y del Estado, el sector artístico también debe darle una respuesta. “Es un gran desafío porque las estrategias para apoyar las actividades de cuidado deben ser sostenidas en el tiempo, no coyunturales. No se trata de ayudar a la compañera un día de pandemia. Es pensar en estrategias de ayuda mutua regulares”. Fátima lo dice con estas palabras: “Hacerse cargo de los cuidados de una casa las 24 horas hace que no pares nunca, es un enorme cansancio mental”.

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