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Nueva campaña #DemocraciaParitaria

¿Entera o a medias? El debate pendiente sobre la democracia

Cecilia Gordano[1]

A pesar de la buena performance de Uruguay en rankings internacionales de calidad democrática, legislación y políticas públicas con perspectiva de género, la participación de las mujeres en espacios de poder y decisión continúa siendo baja en términos tanto absolutos como relativos en la región y el mundo. Urge actualizar un debate ciudadano amplio y plural hacia nuevos modelos y estrategias que garanticen democracias plenas, “enteras”, donde la representatividad sea proporcional a la población representada.

El talón de Aquiles

Si Uruguay tomara clases de Democracia, tendría “casi” la máxima nota. Digamos, por ejemplo, que tendría un “casi-sote” o sote muy bueno: un alumno destacado, tanto entre países de América Latina como del mundo, según la Unidad de Inteligencia del grupo The Economist. Este prestigioso centro de investigación y análisis mide las democracias del mundo desde 2006 según un índice compuesto por cuatro dimensiones clave de la salud democrática: 1) Proceso electoral y pluralismo, 2) Funcionamiento de gobierno, 3) Participación Política, 4) Cultura política y libertades civiles.

De entre los 165 países relevados en el mundo, estamos en el puesto No.15, con un puntaje de 8.6 sobre 9. Ello nos coloca como una de las tres “democracias plenas” de América Latina, junto con Chile y Costa Rica. Estos excelentes resultados, sin embargo, se ensombrecen cuando miramos el asunto con perspectiva de género. La medición de The Economist no aborda en su enfoque las desigualdades entre varones y mujeres en profundidad: apenas hay una sola pregunta específica sobre la proporción de mujeres en el parlamento. Pero allí es donde Uruguay puntúa peor, ya que actualmente solo el 20,9% de representantes del Poder Legislativo son mujeres, “lo que denota un problema para constituirse como una democracia representativa, de una población compuesta en un 48% por hombres y en un 52% por mujeres.” (ONU Mujeres, 2021)

Según el ranking mundial sobre Mujeres en los Parlamentos nacionales que publica mensualmente la Unión Interparlamentaria, Uruguay ocupaba el puesto 87 (a junio de 2021). Ello significa que aproximadamente solo hay una mujer diputada por cada tres colegas varones (24%) y una mujer senadora por cada dos varones (32%). 

Más allá de los puntajes, los rankings y los porcentajes, es necesario reflexionar sobre las implicancias políticas, sociales, culturales y económicas que la baja presencia de mujeres en el Poder Legislativo en particular -y en todos los espacios de poder y decisión en general- tienen para las democracias y las sociedades que representan. 

Si bien los cambios son lentos, en las últimas décadas han habido algunas tímidas mejoras cuantitativas en la representación política de las mujeres, gracias a la valentía y la perseverancia de muchas mujeres que, cada vez más, se abren camino en espacios altamente masculinizados, y gracias a los movimientos feministas que ponen el tema en la agenda pública una y otra vez. Los reclamos, las investigaciones, las campañas y los debates sobre la necesidad de que haya más mujeres en cargos de decisión derivaron en la aprobación de marcos legales clave, como la llamada Ley de Cuotas aprobada en 2017 (Ley 19.555, sobre la participación equitativa de ambos sexos en la integración de los órganos electivos nacionales, departamentales y de dirección de los partidos políticos) y sus antecedentes de 2009 (Ley Nº18.476 y 18.487).

Cada vez que estas leyes fueron aplicadas, hubo un aumento considerable de mujeres en el parlamento uruguayo, especialmente en el Senado tras las elecciones de 2014 y “tras las elecciones de 2019 —cuando la Ley de cuotas se aplicaba por segunda vez—, la presencia de mujeres creció levemente pasando de 19,4% a 21%.” (ONU Mujeres, 2021)

A problemas comunes, debates colectivos

Desde hace varios años, Cotidiano Mujer ha impulsado investigaciones académicas y debates ciudadanos para sensibilizar sobre el impacto que una mayor incidencia política de las mujeres en todos los ámbitos tiene sobre la calidad de las democracias. En el caso de la baja representatividad parlamentaria, se ha problematizado la ley de cuotas para alcanzar un objetivo más ambicioso, permanente y acorde a los avances legislativos de la región: la paridad. En 2014 fue la campaña "Poné tu Cuota. Mujeres a la Par"; en 2019 se convocó con el hashtag #candidatas a todas aquellas mujeres “que ocupan cargos políticos en el gobierno, en sus partidos, en sus barrios o en sus organizaciones” para hacer una primera foto de campaña todas juntas. 

Como indica la CEPAL

Las cuotas constituyen acciones afirmativas que reconocen la desigualdad y la necesidad de medidas temporales para que la participación política de las mujeres avance más rápidamente (...) la paridad, a diferencia de las cuotas, no es una medida transitoria, sino un objetivo, en cuanto principio ordenador permanente de la actividad política.

 

A finales de julio 2021, Cotidiano Mujer lanzó la campaña #DemocraciaParitaria con el apoyo de ONU Mujeres. En espacios emblemáticos de Montevideo, Salto y Las Piedras, se realizó una instalación urbana y se contó con la presencia de mujeres que ocupan cargos de decisión en el ámbito político, mujeres representantes y autoridades públicas. La campaña se propone “promover la información y el debate de toda la ciudadanía” sobre la necesidad de aprobar una ley de paridad que garantice el acceso y permanencia de las mujeres en altos cargos en todos los espacios de poder y decisión: gobiernos, sindicatos, cooperativas, empresas públicas y privadas, organizaciones sociales. 

En la intervención urbana, la palabra democracia apareció fragmentada en dos grandes carteles tridimensionales, DEMO y CRACIA, que ocuparon el espacio público de varias ciudades para visibilizar, por un lado, que vivimos en un sistema en el que el gobierno del pueblo [dêmos:  ‘pueblo’ y krateîn ‘gobernar] no está distribuido igualitariamente. Por otro lado, visibiliza que la fragilidad democrática que esto conlleva tiene solución. Pero para ello hay que desarrollar dispositivos legales acordes, innovadores y consensuados, porque la solución a la falta de mujeres en la política no aparecerá sola ni por arte de magia; no es un tema de meritocracia o falta de preparación. La división sexual del trabajo que rige en la sociedad desde tiempos inmemoriales exige a las mujeres gran dedicación de tiempo, recursos y esfuerzos a las tareas domésticas y de cuidado -trabajo invisibilizado y no remunerado- mientras promueve que los varones ocupen espacios públicos de poder y toma de decisiones.

Como rezan algunas de las frases de la campaña, cada vez más mujeres hoy dicen “ya no queremos cuotas, queremos paridad”, porque “sin paridad, la democracia es demo-cracia, a medias”.

 

Más información de la campaña aquí.

 

Otros recursos:

Entrevista de La Diaria a la politóloga Nikki Johnson

El lugar de las mujeres uruguayas en los cargos de decisión (ONU Mujeres, 2021)

Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, CEPAL

Democracia paritaria en Uruguay, por Evelyn Muñoz

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