Con Indira Huilca,
ex congresista del Perú
“La reforma política debe ser de las mujeres”
Susan Espinoza
Desde el cierre del Congreso en setiembre, Perú se encuentra en la incertidumbre política. En enero habrá elecciones de los representantes para un nuevo parlamento, pero los partidos no incluyen la agenda de derechos de las mujeres, la paridad ni la alternancia en sus listas. Los candidatos tienen marcadas posiciones conservadoras e integran grupos fundamentalistas cuyos integrantes buscan representación legislativa. El movimiento feminista peruano hoy más que nunca sigue en pie de lucha con el objetivo de lograr que la esperada reforma política sea feminista. Sobre todo esto conversamos con Indira Huilca Flores, socióloga, feminista, ex congresista. Ahora integra la Comisión Permanente, que es la única instancia del Parlamento que, constitucionalmente, no puede disolverse, aunque no tiene ninguna función legislativa.
—¿Cuál es la situación política de Perú?
—Estamos en un momento inédito. Pasamos por una disolución del Congreso que está habilitada en la Constitución, pero que nunca se había concretado en un Estado democrático. Esto no surgió de manera repentina, sino de una situación de crisis política profunda en Perú. Una crisis que tiene varios factores como el desgaste de las expectativas de los ciudadanos respecto a la democracia y a sus representantes; y la corrupción generalizada como disparador. Ahora nos encontramos a la espera de las nuevas elecciones congresales. Lo que viene en adelante es más complejo, ya no es solamente mostrar rechazo o disconformidad por el sistema político, sino cuestionarnos cómo regenerar una estructura capturada por la corrupción y por los intereses particulares, muchos de ellos con consignas fundamentalistas que afectan especialmente a las mujeres.
—Hay un grupo de ex parlamentarios que se postulan nuevamente y todo indica que habrá una menor representación de mujeres. En ese sentido, ¿lograremos un cambio para el próximo congreso?
—Me temo que hay un riesgo de que eso no ocurra. Hay problemas estructurales con estas elecciones. La oferta es débil. Hay 24 partidos inscritos que, en su mayoría, son franquicias electorales corruptas. No hay mucho de dónde elegir pero se puede hacer el esfuerzo de reducir los riesgos más altos. Los partidos que no logren pasar la valla electoral (5% de votos válidos a nivel nacional) perderán su registro electoral, podemos utilizar esta estrategia. Para abrir una nueva etapa es necesario hacer cambios en las reglas de juego, lamentablemente es algo que muchas veces no se consideró como urgente. La reforma política que intentó plantear el gobierno se dejó de lado por la mayoría del parlamento (fujimoristas y aliados). Sabíamos que no iban a aceptarla. Su principal objetivo en este tiempo ha sido evitar a toda costa que se alteren las reglas que les permitan seguir con sus prácticas, mantener su poder e impunidad. Se creía que simplemente con un cambio de caras las cosas se iban a resolver. Ahora estamos viendo las consecuencias de no haber evaluado
suficientemente la necesidad de una reforma política más profunda.
—¿Está en las manos de la población?
—La población está buscando candidatos que la represente, pero es imposible identificar propuestas que no estén involucradas en partidos corruptos. Puedes encontrar un candidato que te satisfaga, pero está yendo en una lista donde el dueño del partido es una persona vinculada a corrupción o con cuestionamientos muy serios. La gente tiene mucha preocupación, pero no sabe cómo canalizarla. Creo que va haber una gran frustración en enero, pero me parece irresponsable culpar solamente a los ciudadanos por el mal voto que seguramente se va a reflejar en la integración del nuevo Congreso. No es solo un asunto de voluntad o de mal voto, tenemos un sistema fallido, con partidos políticos que existen porque los criterios para constituirlos están únicamente vinculados a cuánto dinero tengan. Son reglas muy difíciles de cumplir para organizaciones nuevas o que no tienen un financiamiento elevado. La población puede estar muy consciente de lo que está mal en el país, pero no tienen cómo canalizarla a través de su participación. Saben que la mayoría de los espacios políticos no son democráticos, están mediados por dinero, donde uno va y se involucra con la expectativa de tener un cargo, pero también con la obligación de retribuir a quien te dio la facilidad de ocuparlo.
—¿Cuál es el rol de las feministas en este proceso de reforma política?
—Las mujeres tenemos un rol clave en las elecciones que vienen, pero principalmente en lo que va seguir hacia adelante. Hay dos puntos fuertes que nos movilizan y nos deben llevar a la acción. La primera es levantar la agenda mujer: cuáles son las propuestas que en este tiempo se van a debatir, los aspectos que este nuevo Congreso tiene la obligación de defender, trabajar y legislar. Evidentemente hay una deuda con las mujeres en relación a las políticas públicas que garanticen una lucha realmente eficaz contra la violencia de género y principalmente en el reconocimiento de todos nuestros derechos. Tenemos la obligación de trabajar a fondo y articuladamente, no podemos dejar que se sigan ubicando en segundo plano las demandas de las mujeres. El segundo punto es que la reforma política tiene que ser una bandera de las mujeres. Y no solo hablo de paridad y la alternancia –que son muy importantes–, debemos democratizar los partidos políticos. Para nosotras es urgente que los partidos sean espacios mínimamente democráticos, y no mediados por el poder económico, porque es justo en este contexto donde no tenemos oportunidad de colocar nuestra agenda. Necesitamos que los partidos puedan renovarse y volverse mínimamente representativos de los sectores de la sociedad. Tenemos que seguir con esta lucha o nos cortamos la posibilidad de llegar a espacios de decisión, que no deben quedar en manos de quienes tejen alianzas con sectores mafiosos.
—Integrantes de grupos fundamentalistas como Con mis hijos no te metas forman parte de la
lista de candidatos de grandes partidos políticos para estas elecciones. ¿Necesitamos
renovar nuestras estrategias para hacerles frente?
—Tenemos que renovar la clase política. Detrás de estos viejos partidos hay fuerzas retrógradas, conservadoras, anti derechos y fundamentalistas. Este vínculo entre la corrupción y quienes pretenden restarles derechos a las mujeres y a la comunidad LGTBIQ+ no es casual, no es un vínculo circunstancial. Es una ligación muy fuerte y tenemos que responder frente a estas dos dinámicas que se mueven juntas, al menos en el Perú. En el anterior congreso, estos sectores han aprovechado su vínculo con autoridades para que sus agendas puedan avanzar. Es un riesgo doble: lo que pretenden estos grupos y, más grave aún, la forma que utilizan para lograr cumplir con sus agendas, siempre vinculadas a acciones poco democráticas y corruptas. Lo pudimos vivir con todas las trabas que pusieron a la implementación del enfoque de género en el currículo escolar. Estos sectores se están empoderando. En estas elecciones van a tratar de dispersarse en la mayor cantidad de partidos que puedan, y una vez dentro del Congreso van a actuar articuladamente. Es urgente responder a ello, afirmando derechos, y cuestionando el discurso que utilizan, con estrategias que desinforman a la población y exacerban sus miedos.
—¿Cómo debe actuar el movimiento feminista?
—Es fundamental fortalecer el movimiento que tiene diferentes expresiones para poder empujar una misma agenda. Necesitamos generar instrumentos políticos que expresen esas demandas sociales y que a su vez se fortalezcan. Pero fundamentalmente que se trasladen a los espacios de decisión. El acceso a la justicia es un tema que nos afecta a las mujeres de forma particular. Hemos presenciado cómo la corrupción tiene un sesgo de género. Jueces que negocian sentencias por violación o feminicidio a cambio de una retribución económica. Creo que este periodo será muy parecido al anterior, de disputa frente a la agenda mujer. Vamos a tener que identificar quiénes asumen estas luchas, encontrar aliados. Pero siempre recordando que son luchas que provienen de las mujeres, de la sociedad movilizada: esto nos ayudará a enfrentar a la oposición que, pese a que podrá ser mayoría en el Congreso, no pueda ir en contra de lo que reclama la sociedad.