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Librada Maciel, referente de las trabajadoras domésticas organizadas en Paraguay. Fátima E. Rodríguez

“Soy la que gritó no más mujeres migrando por necesidad”

El trabajo doméstico y la migración están estrechamente ligados. En su país, las paraguayas acceden solo al 60% del salario mínimo. El 14 marzo, el Senado aprobó una ley para revertir esa injusticia. Todavía falta el sí final de los diputados, pero aquel fue un día histórico, producto de la lucha impulsada desde hace tres décadas por las trabajadoras domésticas organizadas, sin el apoyo de la central sindical. “Solo si nuestro trabajo vale, va a valer lo que debe valer el trabajo de todas las mujeres”, dice Librada Maciel, una de sus referentes.

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Paraguay tiene más del 10% de su población viviendo fuera de sus fronteras. Las remesas económicas que se envían desde el exterior son tan importantes como la soja, la carne y el dinero que recibe este país por la energía eléctrica que exporta a Brasil y Argentina. Muchas de esas remesas vienen de mujeres, hijas que envían dinero para sus padres o madres, para que sus hijos estudien o simplemente para no les falte el pan. Esta es la historia de Librada Maciel. Toda su vida migró y migró para mantener a sus hijos, y ahora se ha quedado para luchar: es una de las referentes principales de las trabajadoras domésticas organizadas.

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Librada Maciel tiene 45 años y cuatro hijos. Vive en Encarnación, al sur de Paraguay, frontera con Argentina. Para participar de la sesión de la Cámara de Senadores del 14 de marzo viajó hasta Asunción junto con sus dos hijas, Celina y Ramona. Ellas. también forman parte del Sindicato de Trabajadoras Domésticas de Itapúa (SINTRADI), del que su madre es secretaria general. Cuando se escuchó “Aprobado por unanimidad”, Librada gritó con todo lo que su garganta le dio: “¡Nunca más migrar a Argentina por salario digno! ¡No más mujeres a España!”.

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Era un momento histórico. A 30 años de que las trabajadoras domésticas comenzaran a organizarse, tres sindicatos lograron la aprobación en el Senado de la igualdad salarial para las trabajadoras del hogar. Hasta ahora, por ley, solo acceden al 60% del salario mínimo. En las próximas semanas, la Cámara de Diputados debe dar la palabra final.

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“Sí, soy la que gritó no más mujeres migrando por necesidad”, dice Librada. En medio de las emociones, ella dice todo lo que piensa. Sus compañeras suelen bromear con eso: “Librada no te calles”, le dicen. Ella perdió a su madre cuando apenas tenía 11 años. De 16 hermanos y hermanas, trece viven y nueve son mujeres. “Somos una familia de trabajadoras domésticas, todas mis hermanas lo son o lo fueron. Cinco de ellas migraron a la Argentina y son trabajadoras domésticas hasta ahora. Mis hijas son trabajadoras domésticas”, contó a Bravas.

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La última vez que Librada migró por trabajo desde Paraguay hacia Argentina fue entre enero de 2016 y diciembre de 2017. Había estado en varios periodos: “Iba y volvía, porque mis hijos se quedaban con mi marido”. Trabajó en un Country en Marina del Sol, en San Fernando, cerca del Partido de Tigre. “Pese a estar cama adentro, conseguía la forma de seguir vinculada con las organizaciones de trabajadoras domésticas. Recuerdo que hasta fui a Uruguay a la 14° Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe porque consideraba que era muy importante hablar con las feministas para que nos apoyen. Solo si nuestro trabajo vale, va a valer lo que debe valer el trabajo de todas las mujeres. Después de ese encuentro, decidí que volvería a Paraguay para quedarme, porque vale la pena luchar. No quiero más vivir lejos de mi familia, de mis hijos. Quiero ver crecer a mis nietos”, dice.

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En su mayoría, las mujeres paraguayas que migran a Argentina y a España ingresan al mercado laboral mediante el trabajo doméstico. Un estudio sobre la población paraguaya residente en Argentina señala que aproximadamente medio millón de personas de origen paraguayo vive en ese país; de esta población, el 56 por ciento son mujeres y la mayoría proviene de las zonas rurales y se dedica al empleo doméstico[1]. Otro estudio señala que, del total de la población migrante paraguaya en España, el 52% son mujeres y la mayoría también se dedica al trabajo del hogar.

Que mis hijas no migren

Librada siempre se preocupó de que sus hijas no repitan su historia de migración. Celina trabaja de niñera de día y por las noches estudia derecho. Ramona limpia casas y estudia para ser peluquera. “Cuando Celina terminó la secundaria ya estábamos sindicalizadas y fue por eso que ella puede estudiar. Ella participaba de los encuentros y escuchaba que hablábamos de nuestros derechos y eligió esa carrera. También era trabajadora doméstica en ese momento, cuidaba al hijo de la abogada de la organización”, recuerda.

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En febrero de este año, el SINTRADI hizo una innovación con el Centro de Documentación y Estudios (CDE) y el apoyo del Fondo de Igualdad de Género (FIG). Para llegar a más personas emprendió un programa de radio, “La Hormiguera”. Celina y Ramona son dos de las tres conductoras y necesariamente debían entrevistar a la Secretaria General del sindicato: Librada. “Cuando nos hablaron de este proyecto, todas las compañeras dijeron:

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¿cómo vamos a hacer un programa de radio? ¿Quién va a querer escuchar a unas domésticas? Pero después nos fuimos empoderando y dijimos “vamos a hacer”. Ahora, estamos buscando la forma de continuar con el programa y que sea sostenible, porque tuvimos muy buena respuesta de la audiencia, además de aprender una vez más que si nos organizamos, todo podemos lograr”, dice.

Tres organizaciones, una lucha

Al sur de Paraguay está Sintradi y en Asunción hay otras dos organizaciones de domésticas: Por un lado, el Sindicato de Trabajadoras Domésticas del Paraguay (Sintradop) creado en 1989 a partir de la Asociación de Empleadas Domésticas (ADED), nacida en 1985 durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). El sindicato tuvo problemas con la dirigencia de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), de la que formaba parte, y desde hace unos años, trabajan como Sintradop- L (L de legítimo). Por otra parte, está el Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico del Paraguay (Sintradespy). Es el más nuevo de los tres y tiene como antecedente a la Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico del Paraguay, creada en 2008.

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A diferencia de todas las organizaciones y de los movimientos sociales que se parten en tres o cuatro en cada gran movilización, las trabajadoras domésticas entendieron lo central: “Con todas nuestras diferencias, las tres organizaciones entendemos que solo juntas podemos lograr nuestros objetivos. Ahora mismo, estamos a un paso de conseguir la igualdad salarial, mediante la modificación de un solo artículo de la ley que nosotras mismas conseguimos en 2015. Nos está llevando tres años de lucha ya, juntas, sin ningún apoyo de ninguna central sindical. Nuestra idea es que pronto podamos, además, tener una Federación de Sindicatos de Trabajadoras Domésticas. Eso sería un gran logro”, dice Librada.

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En Paraguay, más de 220 mil mujeres trabajan en el sector doméstico, uno de los tres que más mujeres emplea en el país, además del trabajo asalariado en empresas y el empleo independiente. En los últimos años ha habido un aumento en el sector. Librada casi no toma tereré, como se acostumbra en Paraguay. Pese al calor, siempre lleva un termo de mate bajo el brazo, otra marca de la migración.

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[1] “Perfil de Paraguay con relación al trabajo doméstico de personas migrantes en Argentina”, realizado por Clyde Soto, Myrian González y Patricio Dobrée, del Centro de Documentación y Estudios (CDE).

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