

“Por día, tres embarazadas mueren de COVID-19 en Brasil”
Déborah Guaraná
Las embarazadas son una de las poblaciones más afectadas con la segunda ola de COVID-19 en el país y su principal causa de muerte son los fallos en el servicio. Esta situación calamitosa expone además la política genocida de Bolsonaro contra las mujeres negras. Para entender mejor qué está pasando, entrevistamos a la ginecóloga Melania Amorim de la Rede Feminista de Ginecologistas e Obstetras.
Gestantes y puérperas están pasando por cuadros más graves de COVID-19 en la segunda ola de la pandemia. La ginecóloga Melania Amorim, que integra la Red Feministas de Ginecología y Obstetricia (RFGO), alerta que el número de muertes maternas se duplicó y mucho más en los tres primeros meses de 2021 con relación al promedio semanal del año pasado. La Red lanzó, a principios de abril, un llamado a la acción contra la muerte materna con medidas concretas obtenidas luego de analizar dos estudios sobre los números y las condiciones en las que esas muertes ocurrieron.
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Mientras el Senado debatía el Proyecto de Ley 5435 -un Estatuto de la Gestante que, entre otras propuestas, prevé el pago de una Bolsa-Estupro para mujeres víctimas de violencia sexual y que den a luz a hijos de sus violadores- la Red Feminista denunciaba el explosivo aumento del número de muertes maternas: 8 de cada 10 muertes relatadas en el mundo ocurren en Brasil. La RFGO también reveló que hubo fallas asistenciales en proporciones significativas, entre ellas: la desorganización de los servicios de asistencia prenatal, suspensión de consultas, además de problemas importantes de acceso al servicio de tratamiento adecuado de COVID-19, como falta de tests diagnósticos, falta de insumos terapéuticos y de camas de UTI[1] específicas para la población obstétrica.
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Según la nota difundida por RFGO, entre las mujeres que murieron de COVID-19, “6% no fueron siquiera hospitalizadas, cerca del 40% no fueron admitidas en UTI, 43% no recibieron ventilación mecánica y 26% no tuvieron acceso a cualquier tipo de soporte respiratorio”. El racismo es evidente: “Entre los factores asociados a estas muertes fueron encontrados: estar en el puerperio, tener color negro, vivir en área periurbana, no tener acceso al Programa de Salud de la Familia y residir a más de 100km del hospital de referencia”, alertó la misma fuente.
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Una niña negra de 13 años, embarazada de 31 semanas, murió exactamente bajo estas condiciones. Además de la violencia sexual, la niña atendida en el Hospital Municipal de su ciudad, Uruará, tuvo el cuadro agravado y empeoró a lo largo del trayecto de casi 200km hasta el Hospital Regional Público de la Carretera Transamazónica, en Altamira. La ambulancia llegó al Hospital Municipal de Medicilândia, a 100km de su ciudad natal, pero ella no resistió y murió en la unidad. En Mato Grosso, Mikaely Karoline Souza, embarazada de 7 meses, murió internada en una Unidad de Primeros Auxilios (UPA), después de aguardar por 4 días la transferencia para una cama de UTI.

La diferencia entre nacimientos y muertes cayó a 345 mil en 2020 y 134 mil en 2021. La situación en la que el país ve más muertes que nacimientos es inédita en su historia reciente, quizá solo precedida por el genocidio de la población indígena en los períodos colonial e imperial. Esta vez, el genocidio provocado por la conducción de la pandemia tiene a la población negra como objetivo.
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En entrevista para BRAVAS, Melania Amorim explicó por qué clasifica las muertes de mujeres embarazadas y puérperas como “feminicidio de estado” y dio un panorama de cómo está la salud reproductiva en tiempos de pandemia.
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- ¿Cuál es la gravedad de la situación de la mortalidad materna por COVID-19 en el Brasil hoy?
- La situación es calamitosa, porque el número de muertes maternas ha aumentado en relación al año pasado, que ya era grande. El número de muertes maternas se duplicó y hasta aún más, en las tres primeras semanas de 2021 con relación al promedio semanal del año pasado.
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- ¿Qué datos tiene usted?
- Hasta el 7 de abril ya hemos tenido 289 muertes este año. Durante todo el año pasado fueron 449. Vamos a una velocidad mucho mayor de casos de gestantes y puérperas; y sumando el número total de casos desde que la pandemia comenzó hasta ahora (hasta el día en que tenemos información, el 7 de marzo), son 738 muertes. Este promedio semanal es absurdo. Son cerca de 22 muertes por semana, 3 muertes por día. Eso coincide con las informaciones de los medios de comunicación y eso es referente solamente a los casos confirmados por COVID.
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En los sistemas oficiales aún hay muchos casos de síndrome respiratorio agudo grave (SRAG) de causa indeterminada, pero si usted (…) [los ve] en medio de una pandemia, es obvio que uno va a creer que eso fue por COVID. Las mujeres llegaron tan graves, que no dio tiempo de hacer los análisis o estaban faltando pruebas y, ciertamente, el número real de muertes maternas por COVID es aún mayor que ese número, ¡lo que es extremadamente trágico!
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- ¿Hay alguna orientación con relación a los riesgos de la Covid para embarazadas?
- Una de nuestras recomendaciones es exactamente que haya una campaña sobre los riesgos de la COVID-19 en el embarazo y de las complicaciones que puede acarrear en el embarazo, porque son dos cosas. En el embarazo y posparto hay chances de tener complicaciones y muerte por COVID, pero también están las repercusiones de la COVID en el embarazo. Aun cuando la persona no tenga ninguna complicación por la COVID, puede tener complicaciones gestacionales, o sea, puede correr el riesgo de aborto, de muerte fetal, de desprendimiento de la placenta, de reducción de crecimiento, de preeclampsia, de hemorragia posparto.
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Entonces, he hecho esta campaña de formación desde que la pandemia comenzó y empecé a notar que había un número mucho mayor de complicaciones y muertes por COVID, pero eso no es una política pública, no es un mecanismo eficiente de información. Y ahí una de las medidas que la Red Feminista de Ginecología y Obstetras propone y exige para la reducción de estas muertes maternas es una amplia campaña de información, para que no solo las embarazadas puedan concienciarse y puedan adoptar medidas de protección individual, sino que también las propias mujeres puedan, con base en esas informaciones, decidir si realmente es el momento más adecuado para embarazarse o si sería más adecuado postergar sus planes de embarazo.
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- ¿Cómo está el acceso a anticonceptivos y recursos de planificación familiar?
- Hay problemas muy serios, porque muchos servicios que ofrecían la asistencia a la planificación familiar simplemente cerraron las puertas, y muchos Centros de salud están trabajando con actividades consideradas esenciales, en las cuales no está la planificación familiar. Por eso, la primera exigencia nuestra es la información, acceso y oferta de métodos anticonceptivos, porque no hay cómo reducir la mortalidad materna sin anticoncepción adecuada.
- ¿Cuáles son las condiciones materiales de las maternidades?
Lo ideal es que las mujeres sean asistidas en locales donde ellas tengan cuidados obstétricos 24 horas al día, 7 días por semana, y lo qué está pasando es que no todos los servicios tienen este equipo obstétrico de retaguardia: las mujeres van a las UTIs de hospitales generales, muchas ni llegan a la UTI y ahí la calidad de la asistencia queda muy comprometida. Entonces, una de las medidas que indicamos es que el gobierno garantice, a través de políticas públicas, que haya un sistema de atención efectiva y cuidados, maternidades adecuadas y garantía de que, en caso de que ellas necesiten UTI, tengan un soporte adecuado y supervisión obstétrica 24h. Muchas maternidades están cerrando las puertas y transformándose en camas-COVID. Eso se está repitiendo en varios locales. En São Paulo me comentaron del cierre de 4 maternidades que en total daban asistencia a cerca de 7 mil partos; fueron camas desactivadas y eso sobrecarga a las maternidades que, en este caso, van a trabajar con superpoblación, con la masificación, lo que aumenta el riesgo de que la persona contraiga COVID. El sistema está totalmente desestructurado. Entonces, es una pésima época por muchos motivos.
- Y los estudios que ustedes apuntaron en la nota revelan fallos graves de asistencia, principalmente a las mujeres negras. ¿Puedes comentar un poco sobre eso?
- Mira, fueron dos estudios. En uno de ellos contamos con la participación de la profesora Débora Santos de la UNICAMP[2], especialista en estas cuestiones de raza. Mostramos y descubrimos que la mujer llega [al centro de atención médica en estado] más grave, (incluso necesitando ventilación mecánica) y que las muertes fueron mayores en las mujeres negras que en las mujeres blancas. Tanto es así, que el riesgo de muerte materno llegó a ser casi dos veces mayor en mujeres negras, indicando profundas cuestiones raciales vinculadas a la sociedad brasileña y es algo que ha sido demostrado también en la pandemia como un todo. Se puede ver, por ejemplo, que los más vacunados hasta ahora son blancos, porque la campaña hasta ahora se ha enfocado principalmente en los grupos prioritarios y el promedio de la expectativa de vida de la población negra es más bajo.
También hay muchos datos de otro estudio de la pandemia que muestra que todo el mundo puede, por supuesto, contraer el Coronavirus, pero definitivamente uno no está en el mismo barco. Las chances de sufrir complicaciones y muerte son mayores para las personas pobres y negras. Eso les pasa también a las mujeres, por ese racismo institucional que afecta a la población brasileña por la falta de asistencia en múltiples niveles y ésa fue una variable que se quedó independientemente asociada al riesgo de morir por COVID-19.
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- Se llegó incluso a clasificar esas muertes como feminicidio de estado.
- Sí, porque las muertes de esas mujeres ocurrieron en condiciones de extremo sufrimiento, las fallas asistenciales fueron gravísimas, porque no había lecho de UTI, no tenían acceso a la ventilación mecánica, no había ningún tipo de soporte ventilatorio. Ciertamente, si no hubiéramos tenido una conducción tan catastrófica de la pandemia como la que hemos tenido, esas mujeres no se habrían muerto. Entonces, las muertes maternas son una tragedia grave que podrían haber sido evitadas. Se sabe que 90% de las muertes maternas pueden ser evitadas y se tiene que lamentar realmente y quedar muy indignadas porque estas muertes estén ocurriendo, que son reflejo de la pandemia y de la falta de políticas públicas para esta población. Entonces en verdad, es necesario que las gestantes estén en casa, estén protegidas; se ha garantizado el alejamiento del trabajo presencial, pero así, si toda la población está expuesta, en poco tiempo se expondrán también, porque el año pasado no se hizo realmente nada para a atacar las causas estructurales.
- Mientras tanto, el Congreso quiere dar una “bolsa violación o estupro”.
- Exacto, en vez de preocuparse por lo que realmente son los derechos de la gestante -un prenatal de calidad, bajar la mortalidad materna, garantizar la salud de la gestante y su derecho a la vida-, el Estatuto de la Gestante ve solamente la protección de la vida potencial de los fetos. Entonces él [el Estatuto, el Gobierno] va a hacer un intento de legislar y tutelar nuestros cuerpos en función del proyecto perverso de la extrema derecha de ir contra los derechos sexuales y reproductivos, llegando a un refinamiento de la perversidad. Entonces ese Estatuto de la Gestante, ¡no es Estatuto de la Gestante de ninguna manera!


[1] Unidades de Terapia Intensiva.
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[2] La Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP) es una de las universidades públicas del estado de São Paulo.