

Una pandemia contra la democracia, los derechos y las libertades
Susan Espinoza López
La democracia, las libertades y los derechos de las mujeres y diversidades se enfrentan a uno de los escenarios más adversos en Perú: gobernado por un presidente conservador y autoritario, con un Congreso con bancadas de ultraderecha católica y fundamentalistas. Los peruanos y peruanas deben elegir entre los candidatos/as Pedro Castillo y Keiko Fujimori, que pasaron a la segunda vuelta electoral: ambos/as están en contra de las demandas feministas y el enfoque de género.
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El pasado 11 de abril, se realizaron en Perú las elecciones generales 2021, también llamadas Elecciones del Bicentenario, en un contexto crítico y alarmante por la COVID-19. El mismo día se registraron 234 muertes por el coronavirus y el país continúa en el pico más alto de la pandemia. La crisis económica ha profundizado las desigualdades, el ineficiente sistema sanitario y la falta de oxígeno dejan a la población en un contexto de emergencia como nunca antes. Mientras tanto, la campaña de vacunación contra el virus avanza a cuenta gotas.
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Pese a estas dificultades y diversas barreras, el 70% de los electores participaron de las votaciones ejerciendo su derecho al sufragio frente a un 30% de ausentismo, según informó la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), institución encargada de llevar a cabo las votaciones.
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El proceso electoral contó con la participación de 18 candidatos y candidatas; sin embargo, ninguno logró representatividad. Con el escrutinio de las actas electorales al 100%, el docente izquierdista Pedro Castillo del Partido Político “Perú Libre” obtuvo el 19.06% y la hija del ex autócrata, Keiko Fujimori, del Partido Político “Fuerza Popular” consiguió un 13.36% de votaciones. Ambos/as candidatos/as alcanzaron las primeras minorías y pasan a la segunda vuelta.
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Ahora el Perú deberá decidir entre bandos opuestos: una izquierda radical representada por Castillo, y una derecha conservadora liderada por Fujimori, quien además cuenta con procesos judiciales por corrupción y lavado de activos. Pero si algo tienen en común ambos/as candidatos/as es que están en contra de la igualdad de género, el aborto legal, el reconocimiento de los derechos de la población LGTBIQ+, el matrimonio igualitario, la Educación Sexual Integral y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, niñas y adolescentes.

Entretanto, las cifras de violencia de género aumentan y las barreras al acceso a la salud sexual y reproductiva se profundizan en Perú. A marzo del 2021, se han registrado 34 casos de feminicidio, 80 tentativas de feminicidio, más de 16 mil casos de violencia física y 4888 casos de violencia sexual, según las cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
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Además, se registran dificultades para acceder el aborto terapéutico. Según el Ministerio de Salud (MINSA), de enero a setiembre del 2020, se vio un descenso de 86% en la cantidad de abortos terapéuticos en el país. En lo que va del año, se registraron 199 partos de adolescentes menores de 14 años y 6 de ellos en niñas menores de 10 años, según el sistema de registro del certificado de nacido vivo del MINSA.
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En el primer semestre del 2020, se produjo una reducción de más del 50% en consejerías de planificación familiar y una reducción de un 20% en la cantidad de parejas que se protegían, según informes del Ministerio de Salud.
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El caso de las mujeres desaparecidas también se encuentra en cifras rojas. El Registro Nacional de Personas Desaparecidas informó que un total de 3251 mujeres y niñas desaparecieron a marzo del presente año.
A partir del 28 de julio, el movimiento feminista y el movimiento por los derechos humanos se enfrentará a un escenario político dramático, antidemocrático, con grupos políticos que promueven discursos de odio, desprecio por la igualdad de género, y un alto riesgo de vivir graves retrocesos en los derechos conquistados, muchos de los cuales formaron parte de grandes luchas ganadas del feminismo.
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La sociedad civil, activistas, organizaciones y colectivas deberán vigilar profundamente, trabajar de forma articulada, redefinir sus estrategias y luchar ante un contexto completamente adverso, donde el fundamentalismo se abre paso en las principales instituciones del Estado. Hoy, más que nunca, el feminismo debe continuar resistiendo. Resistir ante posibles abusos, violencias, y autoritarismo. Resistir como siempre lo ha hecho, pero esta vez, a una pandemia contra la democracia, derechos y libertades de todas y todos.
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A puertas del bicentenario de la independencia del Perú, volveremos a la primera fila del combate para luchar por una vida libre de violencias, discriminación, impunidad y corrupción. Para que no nos arrebaten lo ganado, para proteger aquella “libertad” conquistada hace 200 años.